Con el título de este post no quiero decir que haya que prescindir de unas muy merecidas vacaciones. Al contrario, es un periodo imprescindible para el disfrute y el relax. De hecho, creo que en una eventual lista con las mejores invenciones de la Humanidad, las vacaciones deberían estar en el top ten. El buen tiempo, la familia, los amigos, disfrutar de las cosas buenas que tengamos a nuestro alcance, son de alguna manera el premio a nuestros esfuerzos del día a día. Incluso los que somos adictos al trabajo necesitamos una paradita en boxes de vez en cuando, con un altísimo valor regenerador.
Lo que quiero decir con este post es que, precisamente por todo lo dicho más arriba, en vacaciones nos encontramos en un estado mental diferente, nuestra cabeza funciona de otra manera y de alguna forma, nos permite ponernos en contacto con pensamientos que en otra época del año apenas exploramos. Es tiempo fértil para idear, pensar, dejarnos llevar por nuestras ilusiones… Y en este sentido, es un tiempo propicio para que florezcan ideas y proyectos de gran valor que podremos madurar a la vuelta al trabajo. En definitiva, es un buen momento para reflexionar acerca de nuestro proyecto profesional y nuestro grado de satisfacción personal y compromiso con el mismo.
Evidentemente, esto lo conseguiremos gracias a una actitud mental adecuada; todo tiene un precio, y en el caso que nos ocupa, ese precio es un cierto esfuerzo por nuestra parte a la hora de generar la disciplina mental necesaria para direccionar el pensamiento de manera positiva. Una vez conseguido esto, el siguiente paso llegará a la vuelta de las vacaciones: Será el momento de desarrollar, implementar y aprovechar esas ideas que hemos generado en esos instantes de relajación en los que hemos conseguido contactar con nuestro lado más creativo.
La lectura es una herramienta fantástica para conseguir nuestro objetivo. Desde mi punto de vista, es recomendable que nos alejemos de temas directamente relacionados con nuestro sector. Al cambiar el enfoque, nos abrimos a otras formas de ver y hacer las cosas que fácilmente podremos adaptar a nuestras necesidades, incorporando además un elemento de innovación en nuestra actividad. Un buen ejemplo lo tenemos en el libro “La creatividad económica”, de José Antonio Marina y Santiago Satrústegui.
Y dicho todo esto, ¡espero que disfrutéis de unas fantásticas, creativas y provechosas vacaciones!