“Estáis dormidos. Así de claro.”

El viernes pasado, entre empanadillas japonesas y un poco de shusi en el restaurante Shibui de Bilbao, confirmé que Xabi Álvarez, con quien comía, es un tío bastante listo y un abogado con mucha proyección. Llegué además a una importante conclusión: hay un grupo de despachos, hay una serie de abogados, que en pocos años se van a comer la tostada entera, para ellos solos, enterita. En cambio otros se van a tener que dedicar a otra cosa. Lamento ser así de brusco, pero no me puedo contener (y tengo el post en la cabeza desde el postre).

Hay abogados que tienen una estrategia, que comparten con sus socios una visión, que están pensando constantemente en crear marca, en incorporar a esa marca unos valores, en anticiparse y satisfacer las necesidades del cliente. Son despachos que preguntan a los que saben, que se han sacudido los prejuicios que han heredado, que invierten de manera adecuada en estrategia digital, que se gastan dinero en crear una imagen corporativa, que piensan en términos de inversión y no en términos de gasto. Hay despachos que se han preocupado en saber cuánto les cuesta su hora de trabajo, que no dejan escapar oportunidades de negocio y que abren nuevos canales de comunicación con sus clientes. En fin, que funcionan como lo que son; una moderna empresa de servicios.

Y luego hay otros despachos que a pesar de que sus perspectivas no son buenas y de que ahora todo es diferente no hacen nada para cambiar.  Hay despachos que esperan a que las cosas sucedan, a que se arreglen por sí solas.

Son pocos los sectores donde sus profesionales (soy consciente de que estoy generalizando) tienen tanta resistencia al cambio: donde tienen una mentalidad tan poco predispuesta a abrirse a nuevas ideas, a nuevas formas de hacer, a nuevas experiencias formativas, convencidos de su irreal autosuficiencia.

El sector necesita un buen remozado; lleva décadas al margen de toda dinámica empresarial, y ahora recuperar el tiempo perdido le va a suponer muchos esfuerzos. Y habrá bastantes víctimas por el camino. Sé cuales son: aquellas que no escuchan, que se creen que de su profesión lo saben todo; son aquellas que no se mueven, aquellas que no arriesgan, aquellas que no se adaptan.

¡Despertad! ¡Rápido!